Cine

Los 2010: las tendencias que caracterizaron la década
Por: Crestomatía
2019-12-30 - 12:21:36 /

La década contada en series y películas /

La década del 2010 ha terminado, pero su legado permanecerá por siempre en la historia del cine y jugará un rol determinante en el futuro de la industria.
Los 2010 han sido una década sumamente compleja e interesante, no sólo en el tipo de historias vistas en cine y televisión, sino en las tendencias dominantes y que han marcado una auténtica revolución en la industria del entretenimiento. Hacemos un recuento de las más importantes:


La década de las series
El ascenso de las series contemporáneas comenzó hacia finales del siglo XX con The Sopranos (1999) y continuó en los primeros años del XXI con toda clase de proyectos que se caracterizaron por su enorme calidad técnica, histriónica, pero sobre todo narrativa. Esto último fue una consecuencia directa del poder concedido al creador, rebautizado como showrunner, por encima del propio director.


La tendencia se disparó en la década de los 2010 con brillantes desenlaces para títulos como House M.D. (2004), Mad Men (2007) Breaking Bad (2008), pero sobre todo con el lanzamiento de algunos de los shows más memorables de todos los tiempos. Black Mirror (2011) heredó las glorias antológicas de The Twilight Zone para abordar toda clase de pesadillas tecnológicas; Veep (2012) exploró los obstáculos del género femenino en la política; Game of Thrones (2011) reflejó la lucha por el poder desde una perspectiva fantástica para finalmente romper las barreras del cine con una producción sumamente ambiciosa que alcanzó su punto más alto en su temporada final con costos de producción de $15 mdd por episodio. Grandes formas de entretenimiento, pero que aprovecharon su potencial para la transmisión de importantes mensajes sociopolíticos. Habría sido una nueva era dorada para la televisión, de no ser porque buena parte de esta historia también se desarrolló en las pantallas de nuestras computadoras y dispositivos móviles con el streaming.


El detonante de esta historia fue Netflix con House of Cards (2013) y Orange is the New Black (2013), que arrancaron casi como un experimento hasta provocar una de las mayores revoluciones del entretenimiento audiovisual: el maratón. Por décadas, la ficción seriada fue distribuida semanalmente en busca de mayores beneficios económicos para las cadenas televisivas, pero los nuevos canales de distribución cambiaron la apuesta con lanzamientos de temporadas completas que propiciaron una auténtica adicción, lo que forzó a una mayor producción y el lanzamiento de más sistemas hasta llegar a lo que hoy conocemos como Streaming Wars.


El éxito del formato ha sido tal que eventualmente se reflejó en el cine con filmes como Mudbound (2017), Roma (2018) y El irlandés (2019) impactando con fuerza en la temporada de premios ante la renuencia de quienes temen un cataclismo de la industria como la conocemos.


Los 2020 serán determinantes para el desarrollo de esta industria, pero de momento, expertos en la narrativa audiovisual creen que la ficción seriada será el arte dominante del siglo XXI gracias al nivel de profundización de estos contenidos y libertad creativa que supera con creces a los vistos en cualquier película.


La década de las franquicias
Las grandes franquicias han tenido una presencia importante desde hace décadas, pero nunca habían tenido el dominio de los últimos años. Hoy en día pocos blockbusters son concebidos como proyectos aislados, pues los estudios prefieren las sagas en potencia al considerar que la repetición de fórmulas reduce los riesgos y aumenta las posibilidades de éxito.


El mayor reflejo de esta tendencia es el Marvel Cinematic Universe con técnicas similares en cada una de sus películas, lo que no ha evitado los riesgos al apostar por héroes de popularidad media, crossovers cada vez más ambiciosos y uno de los acuerdos más complejos del celuloide para integrar a Spider-Man a su mundo fílmico. Estas decisiones le convirtieron en la franquicia más taquillera de la década, así como en el referente de toda una generación. No es la única historia de éxito pues, Rápidos y furiosos, El conjuro y Misión: Imposible han tenido respuestas igual de positivas, al grado que todas incursionarán en los 2020 con buena aceptación entre el público.


Game of Thrones y Worlds of DC, antes conocido como DC Extended Universe, también merecen un lugar en esta selección. La primera batalló en su temporada final, pero el interés del público y el respaldo de HBO serán de gran ayuda para la aceptación de los próximos spinoffs. La segunda tuvo complicaciones para despegar, pero el renovado interés en sus personajes secundarios ha sido clave para su reciente ascenso. Mención aparte para el Kingdom, una falsa franquicia nacida del interés por la obra de Stephen King.


También hemos visto importantes fracasos, siendo el Dark Universe el mejor exponente con apenas una película –y media si consideramos Drácula: La historia jamás contada (2014)– que llevó a la cancelación de un proyecto que pretendía combinar los talentos de Tom Cruise, Johnny Depp, Javier Bardem y tentativamente Angelina Jolie. Otro ejemplo es GI Joe que ni siquiera pudo levantarse con la incorporación de una máquina de popularidad como Dwayne Johnson, lo que rompió el sueño de un crossover con Transformers, otra saga en picada que actualmente intenta distanciarse de la sombra de Michael Bay.


Más trágico aún fue que la sobreexplotación atentó directamente contra el legado de grandes historias. Tal fue el caso de El Hobbit que nunca igualó lo hecho por El Señor de los Anillos, o Animales fantásticos muy alejada de la magia vista en Harry Potter. Incluso la imbatible Star Wars sufrió con su tercera trilogía al generar un rompimiento sin precedentes con el público. Lejos de un merecido descanso, todas estas historias continuarán en los 2020.


Esta tendencia también desembocó en el ascenso del Imperio Disney, el estudio dominante de la década, el cual ha sustentado sus glorias en toda clase de proyectos preexistentes que van de las secuelas animadas a los remakes live-action, sin olvidar su recién confirmado interés en nuevas versiones de las mayores franquicias de Fox. Todo esto ha llevado a la virtual extinción de las cintas de presupuesto medio, lo que ha provocado una brecha insalvable entre las superproducciones y el cine independiente, que hoy se perfila como el último bastión de las historias originales.


La década de los superhéroes
Pocos se atreverían a negar que los superhéroes han sido los personajes más populares del cine en lo que va del siglo XXI. La primera década fue clave para su aceptación con toda clase de historias de origen, muchas de las cuales evolucionaron en exitosas franquicias, mientras que otras terminaron perdiéndose en el camino. La segunda década fue su consolidación con proyectos cada vez más arriesgados que les afianzaron en el gusto del público, pero también como propuestas narrativas cada vez más importantes.


El primer aspecto es el más sencillo de explicar, con los cuatro crossovers de Avengers en el top ten de taquilla de todos los tiempos. Esta misma lista es encabezada por Endgame (2019), quien recientemente destronara a Avatar (2009) como la mejor recaudación de toda la historia.


El segundo es más complejo, pues los personajes pasaron de ser una simple forma de entretenimiento a transmisores de toda clase de mensajes y valores, una evolución que incluso llevó a títulos como Logan (2017), Black Panther (2018) y Spider-Man: Un nuevo universo (2018) a lo más alto de la temporada de premios. La tendencia se mantiene este año con Joker (2019), cinta individual sobre el payaso gótico que resultó en una potente crítica social y que ha colocado a Joaquin Phoenix entre los rivales a vencer para el Oscar a Mejor actor.


Esta saturación ha desatado feroces debates al interior de la industria, pues realizadores como Steven Spielberg, Martin Scorsese y Alejandro González Iñárritu consideran que el subgénero podría dañar la forma de hacer cine. Quizá sea cierto, pero hasta ellos se involucraron con estos héroes y villanos en algún momento de la década, siendo el mexicano el que mejor partido sacó de la alianza tras hacerse con el Oscar a Mejor guion original, director y película por Birdman (2014).


Más allá de cualquier postura en el debate, todo apunta a que estos personajes seguirán inundando la cartelera por varios años y más ahora que DC ha encontrado la clave del éxito en tramas alternativas y que Marvel ha ampliado su baraja de héroes y villanos cinematográficos con la incorporación de X-Men y Fantastic Four.


La década del terror
La calidad del cine de terror está directamente relacionada con las tensiones sociopolíticas del mundo. Bajo esta premisa a nadie sorprende que el siglo XXI haya dado historias tan espeluznantes, consecuencia de los atentados terroristas del 9/11, la Guerra contra el terror y la crisis económica del 2008, que se convirtieron en fuente de inspiración para una nueva generación de creativos. El más influyente fue James Wan, quien aprovechó estos sucesos para recordar al público que los peores horrores son aquellos que acechan en las sombras del propio hogar, lo que puede apreciarse en títulos como Indidious y El conjuro, dos de las franquicias más populares de la década y que han servido como semilleros de talentos como David F. Sandberg, Gary Dauberman y Michael Chavez.


El posterior ascenso de Donald Trump a la presidencia generó nuevas pesadillas que no tardaron en ser capturadas por el género. Tal fue el caso de American Horror Story con Cult (2017) y Apocalypse (2018): la primera usó la noche electoral como punto de partida para una historia que plasmó la ideología del mandatario en un temible líder sectario; la segunda hizo lo propio con un mundo sumido en una crisis nuclear en pleno ascenso del anticristo. No menos destacado fue Un lugar en silencio (2018), con monstruos que se guían por el sonido, una metáfora de la señalización presidencial contra todos aquellos que se atreven a hablar en su contra.


Y finalmente las proezas de Robert Eggers, Ari Aster y Jordan Peele, quienes dotaron sus historias de una potente carga simbólica para capturar una maldad concebida por los padres fundadores de las distintas sociedades y heredadas por generaciones hasta nuestros días. El primero capturó los miedos de los primeros americanos que le llevaron a rendirse al demonio con La bruja (2015); el segundo nos sumió en lo más profundo de los horrores rituales con Hereditary (2018) y Midsommar (2019); el tercero abordó perturbadoras pesadillas sociales con ¡Huye! (2017) y Nosotros (2019). Un terror del que no hay escape y que ha convertido a los cineastas en tres de los mayores referentes del género de todos los tiempos.


Incluso Guillermo del Toro se vio beneficiado con esta tendencia, pues aunque La forma del agua (2017) no pertenece propiamente al género, extrajo sus bases del mismo al inspirarse en El monstruo de la laguna negra (1954) perteneciente a la mítica Universal Monsters. Aunque claro, sus reconocimientos también se vieron influenciados por otros factores al interior de la industria.


La década de la apertura
Las estadísticas señalan que Hollywood es una industria dominada por hombres blancos, quienes ocupan las posiciones de mayor jerarquía, que van de los roles protagónicos a las labores creativas más relevantes como son guion, dirección y producción. Aunque falta mucho para una industria verdaderamente inclusiva, el cine norteamericano ha mostrado cada vez más interés en historias enfocadas en otros segmentos de la población.


Esta tendencia puede apreciarse en el Oscar a Mejor película, que cada vez otorga más reconocimiento a historias protagonizadas por afroamericanos como Selma (2014) y Green Room (2018); latinoamericanos como Roma (2018); y homosexuales como Moonlight (2016) y Llámame por tu nombre (2017).


Más evidente ha sido en la terna de Mejor director, que en los últimos diez años ha sido para un británico (Tom Hooper), un francés (Michel Hazanavicius), un taiwanés (Ang Lee), tres mexicanos (Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro) y, tan solo, un estadounidense (Damien Chazelle).


La transición a los 2020 parece continuar por esta misma ruta con Bong Joon-Ho y Pedro Almodóvar entre los grandes contendientes de la temporada de premios con Parásitos (2019) y Dolor y gloria (2019). Aunque no descartamos las sorpresas de último minuto, todo indica que el único que podría arrebatarles las mayores estatuillas es Martin Scorsese con un El irlandés de gran calidad, pero que ha perdido potencia ante su duración y su distribución vía streaming.


Pero, ¿qué hay del género femenino?


La década de las mujeres
Los 2000 terminaron con una gran victoria cinematográfica para el género femenino cuando Kathryn Bigelow se convirtió en la primera mujer en hacerse con el Oscar a Mejor director con Zona de miedo (2009), superando, además, al mismísmo James Cameron con su Avatar (2009). Se pensaba que esto detonaría un cambio, por lo que muchos se decepcionaron ante la falta de más realizadoras nominadas en la categoría en el transcurso de esta década, siendo Greta Gerwig la única por Lady Bird (2017).Lamentable, pero esto no significa que las mujeres no hayan tenido victorias importantes en los últimos diez años. Las primeras llegaron con personajes netamente populares como Katniss Everdeen (Los juegos del hambre), Elsa (Frozen), Hazel (Bajo la misma estrella) y Tris (Divergente), quienes fueron clave para cambiar el imaginario de las nuevas generaciones. Esta tendencia desembocó en personajes como Capitana Marvel, Rey (Star Wars) y muy especialmente Wonder Woman, considerada por muchos como el mayor símbolo femenino del celuloide, luego de que su directora Patty Jenkins asegurara que el personaje demuestra que “las mujeres pueden y deben ser todo tal y como deben ser los protagonistas masculinos. No existe una buena o mala versión de mujer poderosa”.


Los éxitos femeninos no se quedaron en el área del blockbuster: Talentos ocultos (2016) reivindicó las hazañas de la mujer borradas de la historia por los hombres; La habitación (2015) exploró con enorme crudeza la violencia de género; Joven y bella (2013), La vida de Adéle (2013) y Retrato de una mujer (2019) en llamas aludieron a la libertad sexual; mientras que la nueva Mujercitas (2019) resultó en la adaptación más feminista a la obra de Louisa May Alcott.


Sin embargo, los mayores logros del género han sido fuera de la pantalla, con las mujeres alzando la voz en busca de una industria más igualitaria y segura. La imagen de Natalie Portman nombrando a los nominados “hombres” al Globo de Oro 2018 hizo eco en todo el mundo, mientras que Alyssa Milano y Ashley Judd se han convertido en las principales voceras del movimiento Me Too contra el abuso y el acoso, sirviendo de ejemplo para que muchas otras féminas alcen la voz contra la violencia de género en la industria. Queda mucho por hacer, pero la historia recordará cómo el cambio comenzó en esta década que ha llegado a su fin.


Con información tomada de Cine Premiere.

 
 
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