En los cafés de la capital veracruzana se abordó esta mañana el tema de las complicidades de jefes y patrones en las oficinas de gobierno y también en las empresas del sector privado.
Y es que cuando las mujeres cansadas de tanto acoso e insinuaciones fuera de lugar, deciden a denunciar, no siempre encuentran eco, ni de las autoridades, ni de jefes, ni patrones.
Este mismo medio día, uno de los casos de entre lo que antes se menciona, fue el motivo para que Stephanie López tomara la calle Enríquez en Xalapa para hacer oír su voz ante la indiferencia de las autoridades y exigir protección de su vida y justicia.
Según se lee en las leyendas que Stephanie expuso al público, su esposo Pedro Arturo Hernández Pardo, inspector de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, la golpeó salvajemente por todas partes de su cuerpo con intenciones de quitarle la vida, la tiene amenazada y hace un mes se llevó a su hijo menor.
Tanto en la Fiscalía como en la dependencia federal, señala que solapan al influyente inspector federal.
Francisco Hernández Montanaro, titular de la dependencia, y Saúl Elizondo Herrera, jefe directo de Pedro Arturo, habrían procedido negligentemente ante las denuncias administrativas que ha presentado Stephanie, incluso, afirman familiares de Stephanie, Pedro Arturo tiene más de un mes de no presentarse a laborar sin que se le suspenda el pago por instrucciones del titular Francisco Hernández Montanero. Stephanie y familiares temen que se haya dado a la fuga con todo y el niño.
Por otro lado, la denunciante afirma que hace un mes presentó su denuncia formal en la fiscalía general del Estado a cargo de Verónica Hernández Giadáns y este es el día que no ha procedido nada en contra de su agresor.
“Lo mismo sucede con similares denuncias que se presentan ante la Fiscalía, donde no ven las denuncias con perspectiva de género, al tiempo que acosan con intensos interrogatorios a las denunciantes y se les advierte del terrible lío que inician, y se les recalca sí están dispuestas a asumir las consecuencias, porque de que las habrá, las habrá”, señaló un familiar de la denunciante.
Es decir, le bajan la moral a las denunciantes quienes optan por mejor desistir y no regresar a ratificar sus denuncias por el temor a lo que son advertidas, y si eso es lo que pasa en la capital veracruzana, ¿Qué sucederá en otras partes del estado?
Canillazos duros para las autoridades que no se ponen las pilas y son más dados a solapar a los abusivos maltratadores, que en atender las denuncias con perspectiva de género.