La 4t no logró la fuerza suficiente para obtener una legislatura tersa, como quería, pero avanzó considerablemente en la correlación de fuerzas al interior de ese bloque significativo de poder que es el cuadro de gobernadores. La oposición consiguió avanzar en su estrategia de seguir entorpeciendo un desarrollo más rápido y consecuente de la reforma en curso, pero fue desarmado de algunos de sus arietes más beligerantes.
Siendo ecuánimes, la Cámara de Diputados seguirá básicamente igual, con una 4T obligada a moderar sus propuestas para conseguir los votos que le faltan, sobre todo en el caso de los cambios constitucionales. En ese sentido, los resultados del domingo no son una tragedia para la coalición gobernante: simplemente no se avanzó para que las cosas fueran más fáciles. Y en ese escenario, Movimiento Ciudadano, con escasos siete distritos ganados, será el fiel de la balanza, papel que seguramente venderá caro y al mejor postor como lo ha hecho el PVEM (cuya alianza con Morena le ha sido altamente redituable).
Múltiples factores explican estos resultados. Hay quienes lo leen como una evaluación general del desempeño de la administración de López Obrador. Por mi parte, prefiero enfocarme en otros determinantes.
En primer lugar, las estrategias de campaña: la ríspida polarización discursiva destinada a espantar a la clase media rindió muchos frutos a la oposición en la capital del país y otros pocos a nivel federal. En contraparte, el tono conciliador de la 4T y la agenda progresista en la CDMX parecen haber agotado su atractivo en lo que sería una expresión del viejo axioma de que la indecisión y la falta de audacia son fatales en política. Para recuperar el terreno, Morena y sus aliados necesitarían, por lo menos de palabra, correrse un poco más a la izquierda.
En segundo lugar, lo que sucedió se explica por la apuesta del grupo que actualmente dirige Morena. Su objetivo principal era ganar las gubernaturas, lo que lograron a costa de la derrota en la capital y la falta de avance en la Cámara de Diputados. Esto porque, más que el destino general de la Cuarta Transformación, ese grupo está pensando en el 2024. De pasada debilitaron a Claudia Sheinbaum. Todo les salió bastante bien.
En Veracruz el escenario fue bastante diferente. Allí el triunfo de Morena y sus aliados fue contundente, incluso en distritos y alcaldías que se pretendían muy disputados o en manos de la oposición. PAN, PRI y PRD solo ganaron en tres de los veinte distritos federales y en cuatro de los treinta distritos locales. En el caso de municipios, los morenistas gobernarán 87 en lugar de los 17 actuales, mientras la oposición tendrá 61 cuando antes tenía 140.
Estos mejores resultados se dan al interior de una Tercera Circunscripción que es más obradorista que el resto del país. Pero todo indica también que los morenistas jarochos son mejores estrategas que sus pares, trabajaron más duro y con mayor unidad.
*Economista, latinoamericanista y asesor parlamentario |