En un intento desesperado por llamar la atención, el (todavía) presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno “Alito”, expresó su intención de reformar la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, para que portar armas de gran calibre sea posible y sencillo para la población mexicana. Esto lo sustentó bajo la premisa de que el actual gobierno no está cumpliendo con su obligación de garantizar la seguridad y procurar la justicia en el país.

Aunque no comulgo con este personaje ni con sus ideas, me pareció un tema interesante y digno de analizar, pues considero que parte de la solución a que en México exista un ambiente de tranquilidad es que la libre portación de armas sea una realidad. Pero no es el único rubro que se debe modificar para cambiar la crítica situación de violencia que se vive en el país, no sólo se trata de “armar” a los mexicanos, sino que se debe, al mismo tiempo, desarmar y desarticular al crimen organizado. Vamos por partes…

Existe una máxima libertaria conocida como el Principio de No Agresión, el cual consiste en respetar la vida y la propiedad ajena, toda vez que este principio se rompa, la persona agredida podrá defenderse con toda legitimidad. En otras palabras, es la libertad de hacer lo que te plazca, siempre y cuando no afectes ni agredas a los demás. Teniendo esto en cuenta es posible pensar en una sociedad que sea libre de portar armas de fuego en todo momento, sin que esto signifique que las tengan que utilizar.

De esta manera, suscribo con la propuesta de Moreno, se debe facilitar el acceso a los mexicanos a portar armas, no sólo en domicilios o negocios, también se debe poder cargar con ellas en todo momento y lugar, pues no es posible saber cuándo ni a qué hora algún delincuente nos va a asaltar o agredir. Más aún con la situación actual en la que el gobierno abraza al crimen organizado y le permite operar con total tranquilidad e impunidad.

Ahora bien, no es la solución total al problema. Una razón por la que los narcotraficantes tienen acceso a armas de gran calibre es porque tienen mucho capital, además de productos y servicios que sirven de canje. Por lo que, además de que los mexicanos debemos tener la libertad de andar armados, el gobierno debería erradicar las fuentes de ingresos de los criminales para así desmantelar sus organizaciones de raíz.

Las formas más exitosas documentadas se basan en legalizar los productos y servicios que se generan en el mercado negro, con excepciones, por supuesto. Por poner ejemplos, la libre portación de armas abriría el mercado de estas y supondría competencia, lo que a su vez baja precios. Esto se traduce en una reducción de ingresos para los grupos criminales que obtienen dinero vendiendo armas ilegales. Otro más sería la legalización de las drogas, no sólo de la marihuana, sino de todas aquellas que se venden de manera ilícita, pues el efecto sería el mismo, al generar competencia se reducen los costos y esto golpea directamente a las fuentes de ingresos del crimen organizado. Y antes de que nos preocupemos por el consumo de estas, es importante recalcar que el consumo existe sin importar si las drogas son legales o no, aquí el tema es quitarle esa fuente de financiamiento a los ‘narcos’.

Y por último, pero no menos importante, se necesita también de un gobierno al que realmente le interese combatir la delincuencia, pues esta administración ya dejó en claro que no es un objetivo que le importe. Al delincuente se le persigue y se le castiga, las penas en los países con baja tasa de criminalidad son severas, para que quienes delinquen lo piensen mil veces antes de hacerlo. Además de eso, se requiere un sistema de impartición de justicia dedicado a eliminar la impunidad y dar tranquilidad a las víctimas, no como el actual, que pareciera que se preocupan más por cuidar los derechos de los criminales.

En fin, que un gobierno se preocupe por cuidar a su población es casi una utopía, mientras eso ocurre, lo mejor es que la sociedad tenga la libertad de poder defenderse a toda costa y en todo momento.

«Un pueblo armado jamás será esclavizado» - Jair Bolsonaro.

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