Ahí es cuando se acaba la algarabía, se compromete la fraternidad y empieza la discusión de todos contra el impertinente, que se siente obligado a conseguir como sea votos en favor de Claudia Sheinbaum y de todos los candidatos del partido oficial y sus aliados.
El asunto es que discutir con un chairo es un ejercicio totalmente vano.
Vea usted, las argumentaciones de los seguidores y/o fanáticos de Andrés Manuel López Obrador no son válidas pues están plagadas de insultos y de mentiras.
En el caso que pongo como ejemplo, el desaforado cuatroteísta empezó la discusión con un insulto y una mentira. ¿El insulto? Llamar “botarga” a la candidata de la alianza Fuerza y Corazón por México. ¿La mentira? Deslizar que Xóchitl Gálvez afirma que hizo su fortuna vendiendo gelatinas.
Y a partir de esas primeras premisas se vuelve imposible toda confrontación inteligente; por esos falsos términos y esos agresivos modos se hace inútil discutir.
Que según la RAE viene del latín “discut?re 'disipar', 'resolver'.” Y significa:
“1. tr. Dicho de dos o más personas: Examinar atenta y particularmente una materia.”
La Academia enlista en esa misma entrada varios sinónimos de “discutir”: “analizar, examinar, estudiar, tratar, deliberar, razonar.”
Y como se ve, ninguno de esos términos cabe si caemos en una controversia con un chairo, así que lo recomendable es dejarlo pasar como si no existiera.
Como se lleva un lunar…
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