Línea Caliente.
Edgar Hernández.
 

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Va de nuevo: ¿Cuándo te vas, Duarte?
2016-08-05

¡Se derrumba su imperio de naipes!


Desmantelada su estructura de poder luego de más de cien cambios y renuncias en su gabinete –la última, la de su Secretario de Seguridad Pública “¡Primero me voy yo que Bermúdez!”-, con un descrédito nacional e internacional producto de secuestros, crímenes y feminicidios y una deuda pública que por estos días alcanza los 170 mil millones de pesos, el gobernador Javier Duarte se aferra a la nada.


El animal está herido de muerte. 


En cualquier momento se abandona. El solitario de Palacio hace mucho que dejó de gobernar. 34 kilos menos y un frenillo en los diente muestran la regresión. Ya ni Fidel lo quiere, menos sus aliados, también Fidelistas, que poco a poco lo están dejando solo… en el total abandono.


Su familia, en consecuencia.


Tras salir a relucir todos sus bienes inmuebles mal habidos –de él, de su familia, de sus colaboradores, de sus prestanombres-, luego de estar acosado por la Auditoría Superior de la Federación, pisarle los talones la PGR, tener el desprecio del presidente Enrique Peña Nieto y estar advertido por el propio Secretario de Gobernación de que “iría a la cárcel”, Duarte está en una encrucijada.


Ya no dispone del Congreso del Estado, el Federal es pura lengua ya que sus diputados federales están totalmente desmarcados, los alcaldes ya le dieron la vuelta y en la desesperada busca una licencia pretendiendo imponer a un decrépito como lo es Flavino Ríos, quien en ese afán de ser “Reina por un día”, es capaz de traicionar a cualquiera.


Y con su peor enemigo enfrente, Miguel Angel Yunes Linares, que está a menos de tres meses de llevarlo ante un juez.


Lo de Arturo Bermúdez Zurita es la gota que derrama el vaso. 


Después de él se queda sin asidera, sin el cómplice, sin el enlace con el crimen organizado, sin el prestanombres favorito, sin el que le hacía el trabajo sucio, incluido la masacre a periodistas.


Hoy el gremio se alza en júbilo.


Pero también espera que a la par sea el propio Duarte quien ordene se remita al exjefe policiaco con una autoridad competente, ya que es inadmisible que sea renunciado sin que regrese lo sustraído y pague por lo cumplido.


Bermúdez debe ser procesado. 


Y a escasas 12 semanas del fin del Duartismo debe quedar muy en claro qué va a pasar con los saqueadores del erario púbico y quienes dejaron un cementerio de cadáveres que rebasa los 15 mil en el sexenio.


La opinión pública sólo estará satisfecha si se aplica todo el rigor de la ley en contra de quien destruyó bienes y patrimonios familiares; de quienes nos mataron; de quienes provocaron la quiebra financiera que nos somete a deuda pública las siguientes dos generaciones, y traer de Barcelona a quien gestó toda esta desgracia estatal.


Lo de Bermúdez es la punta de iceberg. Es el pez mayor que permitirá la casa del pez globo. 


Y es que los que vivimos son tiempos de redención.


Hoy, a contraparte de las historias de final feliz, se espera se haga justicia a ocho millones de veracruzanos que desde hace doce años vivimos atrocidad tras atrocidad.


Hoy es obligada la solicitud de licencia de Javier Duarte para que permita a las autoridades federales entren a escarbar lo que quedó de este Veracruz grandioso destruido por una pandilla de pelafustanes.


Javier Duarte debe ser investigado antes de irse para que “no se pele”. Su endeble posición no permite su supervivencia gubernamental. El grave peso de los señalamientos obliga al retiro antes de que cometa una locura más… antes de que lleguen los extraterrestres para que lo juzguen.


Duarte no es digno de tener un Palacio, menos de habitar la casa de los veracruzanos, la Casa Veracruz”, ni disponer de lo que día a día entra a las menguadas arcas, ni tener una policía que lo cuide atropellando a los más. A Duarte su tiempo ya se le terminó.


Y va de nuevo: ¿Cuándo te vas?


Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

 
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