La tierra de Javier Duarte es más escandalosa desde que apareció el propio Javier Duarte. No fue una ocurrencia que el Gobernador Miguel Yunes expropiara, en Tlacotalpan, horas antes de la lucha por renovar las alcaldías, una millonaria casa que su acérrimo antecesor compró a través de un prestanombres.
En la actualidad, un escándalo sabe mejor en Veracruz que en cualquier otro estado, quizá por sus antecedentes, quizá por la picardía, o quizá simple y llanamente, porque se ha vuelto tierra propicia para ello. Me queda claro: en este momento, en Veracruz no sólo se disputan 212 alcaldías, también se siembran o robustecen los mejores casos de corrupción, tan buenos que los estados donde se juegan gubernaturas se apresuran a importarlos.
Esto escribí el jueves pasado:
"De nueva cuenta Veracruz le pone sabor mediático a un proceso electoral que involucra a varias entidades. En Veracruz ocurren los casos emblemáticos o simbólicos que importan los candidatos de Edomex, Nayarit y Coahuila, para atacarse o señalarse".
Y entonces aparecieron tanto el caso de la cuñada incómoda de Morena, como el hospital rebelde a llamarse "Karime Macías". Veracruz seguirá aportando hasta el 4 de junio, sin duda alguna, la carne mediática suficiente para mantener estas elecciones vivas.
Aún faltan visitas de López Obrador con sus "indirectas muy directas" para Miguel Yunes; restan todavía noticias sobre Javier Duarte que reactivarán el tema de la corrupción; falta lo que se diga del desafuero de Eva Cadena, y todo esto, claro, sin tomar en cuenta los nuevos escándalos que puedan surgir.
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