Línea Caliente.
Edgar Hernández.
 

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¡Yunes Linares, entre el despotismo y la democracia!


Tratando de encontrar una respuesta más allá del berrinche del gobernador reflejado en medidas tiránicas contra sus gobernados, a la par de decisiones monárquicas -imposiciones por mandato divino- en favor de sus hijos para los siguientes dos sexenios, a la vuelta de un año nos encontramos con que Veracruz se encuentra regido por un gobierno despótico.


Dicen los clásicos que el despotismo es la expresión autoritaria de una sola persona o un grupo de personas estrechamente relacionadas que gobiernan con poder absoluto.


La palabra insinúa pues un reinado tiránico.


Supone una forma de gobierno que impone control absoluto de todo ciudadano. Es un término relacionado. Un despotismo benevolente. Una forma de gobernación que llegó a ser prominente en el siglo XVIII.


En esta instancia, los monarcas absolutos usaban su autoridad para instituir varias reformas en la estructura política y social en sus patrias. De hecho, déspota era un título imperial y un déspota tenía varios privilegios similares a los del emperador. 


Conclusión, si el déspota que nos gobierna es un privilegiado, el emperador que ve por su pueblo… pues entonces ¿de qué nos quejamos?


De qué, si el monarca veracruzano sigue siendo el centro de poder y no tiene obligación de justificar sus acciones, ideas y técnicas políticas.


Es más, lo que tenemos en Veracruz es un absolutismo ilustrado que se guía por principio básico, aumentar el bienestar del pueblo dándole una educación básica, pero no excesiva, un nivel cultural del pueblo en aumento, un incremento en sus  posibilidades económicas de los más desfavorecidos y mayores beneficios sociales a largo plazo.


Un gobernante déspota jamás piensa que los cambios se den por la vía revolucionaria; confían más bien en un cambio pacífico orientado desde arriba para educar a las masas no ilustradas. 


El despotismo del gobierno veracruzano se puede resumir pues en una sola frase:


“¡Todo para el pueblo, pero sin el pueblo!”.


En realidad la reflexión viene a cuento por el abuso de la autoridad yunista, uno más, ejercido en estos días contra el alcalde electo de la capital veracruzana, Hipólito Rodríguez citado por la autoridad judicial a consecuencia de su indisciplina al no querer asistir a las reuniones chafa y sin resultados de seguridad pública que organiza el señor Miguel Angel Yunes.


Pobre de Hipólito que aún no llega y ya se ve seriamente amedrentado. Pobre porque tiene los pantalones muy aguados y más parece cura que alcalde. Pobre porque no sabe defender el 115 constitucional que habla del municipio libre. Pobre porque ni siquiera sabe responden con firmeza al Fiscal Jorge Winckler empeñado –por acatar las órdenes de su patrón- en hacer sandeces y el ridículo.


Escribe el  columnista Bernardo Gutiérrez Parra que “Es evidente que la Fiscalía está cometiendo una aberración jurídica porque el alcalde no aportará ninguna prueba, y no porque no quiera, sino porque carece de ellas”.


 Y da el antecedente:


“El pasado sábado el alcalde electo de Xalapa, Hipólito Rodríguez Herrero, aventuró una hipótesis en relación a los crímenes perpetrados contra mujeres en el Santuario de las Garzas de esta ciudad. Textual comentó a los reporteros:


“El problema que nos preocupa es que están ocurriendo feminicidios y aparentemente es un individuo, un psicópata que está cometiendo ese delito y por cualquiera que sea, nosotros vamos a fortalecer las áreas por donde circulan nuestras mujeres y proteger siempre los espacios. Y crearemos corredores de seguridad en la capital”.


“Y hasta eso, la hipótesis no fue de él. El alcalde comentó que un ciudadano le hizo saber, vía WhatsApp, que algunos de los feminicidios posiblemente correspondían a un perfil único”.


Como puede leerse, jamás dijo “tengo información de que se trata de un sicópata” o “tengo pruebas para asegurar que se trata de un sicópata”, con lo que habría elementos para que la autoridad competente lo llame a declarar y aporte datos que ayuden a la captura de ese asesino.


Y concluye:


“Si a esas vamos, hace unos días el gobernador afirmó que el 80 por ciento de las ejecuciones que se cometen en la entidad son producto del crimen organizado. A diferencia de la hipótesis de Rodríguez Herrero, Yunes Linares hizo una afirmación contundente. Si el gobernador cuenta con elementos para hacer tal afirmación ¿por qué no lo ha citado la Fiscalía a que declare lo que sabe?


Habrá pues, que coincidir en que el señor gobernador, educado políticamente a la vieja usanza es de los que creen que en su ser, como los grandes señores feudales, está el mandar y si se equivoca… ¡pues vuelve a mandar!


Así pues, de pronto regresamos en Veracruz al medioevo, al señor de horca y cuchillo, al de la ley a secas...


Afortunadamente ya solo faltan 11 meses y cachito.


Tiempo al tiempo.


Nota.- Con motivo de las fiestas de fin de año, esta columna dejará de escribirse las siguientes semanas. Reanudamos en el 2018. ¡Gracias por su preferencia, gracias!


 


*Premio Nacional de Periodismo

 
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