En la opinión de:.
José A. Reyes Ph.D.
 

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Y el mundo cambió
2018-07-11

El primero de septiembre, el presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, dijo en su cuarto informe de gobierno: “Habíamos estado provincianamente orgullosos y candorosamente satisfechos de que, en un mundo de disturbios juveniles, México fuera un islote intocado”[1].  Fehacientemente, México no ha sido y no es un islote en el acontecer mundial.  Sin embargo, hemos asumido, casi desde siempre, una visión de espaldas al mundo, creando una cultura para negarnos a nosotros mismos, al tiempo que  males y aspiraciones las asignamos a una otredad que sólo existe en nuestras mentes.


El mundo ha cambiado sustancialmente desde la “caída” del Muro de Berlín, dando paso a la dominancia de un pensamiento económico y social que se fue expandiendo globalmente desde los años ochenta, con el llamado nuevo liberalismo.  Éste marcó sus debilidades financieras desde 1987 hasta estallar en 2007-2008 con la Gran Recesión. En ese devenir, acontecieron hechos sociales y económico-globales que pasaron inadvertidos a legos y comentólogos nacionales, normalmente extraviados en lo inmediato y puntual de la realidad del “islote mexicano”, sin considerar que el mundo ya había cambiado.


Con el hilo conductor del cambio económico y social que implicó la reforma social y económica de los ochenta, que ponía al interés individual sobre el interés general y privilegiaba el capital financiero sobre los otros factores de la producción, ocurrieron eventos que anunciaban las contradicciones estructurales desatadas.  A todas ellas se les brindó poca atención pública y, en muchos casos, las decisiones gubernamentales fueron en franca agudización de futuras consecuencias adversas para México.


A lo largo del cambio desatado, a guisa de ejemplo, en los ochenta, Estados Unidos enfrentó la crisis de los Bancos de Ahorro y Préstamos[2], y acontecieron las crisis financieras en el Reino Unido, los países nórdicos y muchos más, hasta llegar a contrapelo la desregulación financiera mexicana que dio pauta en 1995 a la crisis bancaria nacional.  Cuando el “nacionalismo revolucionario” estaba en plena retirada doctrinaria y México entraba en la gran reforma económica y social, el “nuevo liberalismo” era enterrado con la Tercera Vía[3] de Anthony Giddens[4], en la London School of Economics, donde había surgido ideológicamente con el aliento de Karl Popper.  Así, con ese cambio ideológico hecho política, llegó en 1997 el triunfo del “nuevo laborismo” de Tony Blair.


Más recientemente, y ajeno al interés del saber nacional, en 2017 se publicó que “[L]a economía japonesa sigue sin salir del todo de una ya larga etapa de deflación y bajo crecimiento, cuyo origen hay que buscar en el año 1997. Ese año, Japón padeció una crisis en su sector financiero que trajo consigo una gran contracción de la economía. Han pasado 20 años desde entonces…”[5]. En la obviedad extraterritorial “[E]ntre 2000 y 2005, Alemania tuvo su primera «crisis», que enfrentó mediante…reformas implementadas en 2003 …”.  Con lo que resistió relativamente bien los efectos de la gran recesión manifiesta desde 2007-8, misma que barrió logros económicos y sociales de los países occidentales, ricos y emergentes.  “No obstante, Alemania debió pagar un alto precio… de una mayor desigualdad en el plano interno y el de las crisis de deuda en el extranjero”[6].


La Gran Recesión generó una caída profunda de la producción y el empleo, con duración a escala global no vista en casi cien años.  Por lo que Paul Krugman, Nobel de Economía, afirmó en 2008: “La crisis es peor de lo que había pensado”[7], obligando al rescate financiero de países como Grecia, Irlanda del Norte y Portugal.  La crisis fue, en gran parte, asignada a los excesos y abusos de bancos e hipotecarias, forzando inicialmente a emprender profundas reformas financieras. Como bien dijo el presidente Obama: “Esta crisis financiera no fue inevitable. Sucedió cuando Wall Street equivocadamente asumió que los mercados continuamente crecerían, y operarían con complejos productos financieros sin totalmente evaluar sus riesgos”[8], visión satanizada en México.


Con la crisis, el rescate de bancos y otras organizaciones, se generaron elevados déficits públicos, que terminaron agudizando la recesión y desempleo tanto en Estados Unidos como en Europa.  Así, buena parte de la deuda pública y los problemas se debieron al rescate financiero y a la receta recesiva que estaba políticamente agotada, tanto técnicamente, como por su aceptación social y política.


En el acontecer de las dificultades financieras se tomaron medidas económicas, buscando anteponer el interés general al interés particular y obligando a que el capital asumiera parte del costo de la crisis.  De esta forma, Islandia nacionalizó bancos y no aceptó pagar la deuda generada por inversionistas extranjeros[9]; la FED (Reserva Federal) y el Banco Central Europeo asumieron una conducta monetaria no convencional, llevando la tasa de interés a cero, inyectando liquidez al mercado e interviniendo directamente como prestamistas a empresas y bancos[10]; a la par se fortaleció la protección a los clientes de bancos y financieras[11]; entre otras medidas de política pública.


En esos diez años de crisis el mundo cambió y en México se siguió actuando como si fuese una isla. Los excedentes del petróleo se dilapidaron y se elevó sustancialmente la deuda pública; después de veinte años del rescate bancario no se ha pagado un solo peso del capital; los beneficios de la banca siguieron siendo los más elevados del mundo; la política monetaria continuó sin armonizarse con la política fiscal del gobierno para que la economía pudiera crecer; los usuarios de los servicios bancarios hoy son inadecuadamente protegidos por el Estado[12] y se sigue usando el gasto público como la principal fuente de la promoción del crecimiento, sin mayor efecto[13].  A esto se agrega largamente la pobreza y la violencia rampante que ahoga al país.


Hoy toca cambiar, asumiendo que México políticamente debe y puede cambiar como antes el mundo cambió.  Es tiempo de cambiar y cambiar para ser mejores.  El próximo gobierno tiene la palabra y debe honrarla, antes de que el radicalismo emerja como respuesta de desesperanzados ciudadanos, igual que es ya manifiesto en otros lares del mundo.  Que todo sea para bien de todos.


Referencias:


[1]http://www.biblioteca.v/artman2/publish/1968_87/Mensaje_del_Cuarto_Informe_que_rindi_al_H_Congreso_293.shtml


[2] https://www.investopedia.com/terms/s/sl-crisis.asp


[3] “En la práctica política, estas posiciones (de la Tercera Vía) rechazan la validez absoluta de las filosofías tanto del laissez faire como del mercado totalmente controlado del marxismo-leninismo”, https://es.wikipedia.org/wiki/Tercera_v%C3%ADa


[4] http://grupobcc.com/mx/speakers/anthony-giddens/


[5] https://www.nippon.com/es/currents/d00360/


[6] http://nuso.org/articulo/alemania-y-la-crisis-victorias-pirricas/


[7] https://elpais.com/economia/2008/12/26/actualidad/1230280376_850215.html


[8] https://obamawhitehouse.archives.gov/blog/2017/01/09/review-why-president-obama-reformed-wall-street-and-what-reform-has-accomplished


[9] https://www.thebalance.com/iceland-financial-crisis-bankruptcy-and-economy-3306347


[10] https://www.ecb.europa.eu/press/key/date/2009/html/sp090428.en.html


[11] https://www.investopedia.com/terms/d/dodd-frank-financial-regulatory-reform-bill.asp


[12] El volumen y la naturaleza de las controversias de los usuarios contra los bancos evidencian la falta de fuerza del Estado. https://www.condusef.gob.mx/gbmx/documentos/estadistica/estad2018/TOP-10-AD-2018-1er-trim.pdf


[13] https://elsemanario.com/colaboradores/antonio-reyes/271573/la-restriccion-presupuestal-y-el-reto-de-la-inversion-publica/


 


 


 

 
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