La Universidad Veracruzana se encuentra en un momento histórico clave para hacer valer su autonomía a plenitud.

Si a alguien aún le queda duda que los últimos rectores de la Universidad fueron impuestos desde Palacio de Gobierno, es que aún cree en los Reyes Magos o de plano su inocencia llega a niveles extremos.

Martín Aguilar Sánchez fue elegido de la misma manera, aunque había mejores elementos para ocupar el cargo. Sin embargo, ahora que los números alimentan un diagnóstico catastrófico en la gestión de Aguilar Sánchez, parece imposible que sus padrinos se salgan con la suya. 

Y que no inventen con que la Junta de Gobierno es imparcial, autónoma y crítica porque no lo es, ni lo ha sido jamás. 

La mejor prueba es que en al menos las últimas 4 rectorías, con todo y sus reelecciones, no hicieron mejorar a la UV y más bien la paralizaron y dieron pasos a la privatización de la educación superior en Veracruz. 

El último esfuerzo real por beneficiar a los veracruzanos fue la descentralización hacia las regiones iniciada por Roberto Bravo Garzón.

La mejor prueba de que existe y ha existido injerencia externa que influye y ha influido en las decisiones de la Junta de Gobierno están en las razones que obligaron a la renuncia de Haydee Zizumbo: "He decidido no participar en un proceso que pone en riesgo la legitimidad para la vida plena y sana de mi querida Universidad Veracruzana, y que compromete más de 80 años de prestigio institucional, considerando que no coincido con la interpretación de las leyes en este proceso". 

El leer entre líneas es de elemental ayuda en este caso, así que la renuncia Haydee Zizumbo da una luz de que la Junta de Gobierno ya tiene una decisión que favorece más a la fuerza injerencista que a la razón.