El problema de diseño del Pirata Fuente está a luces visto. No había forma de justificarlo y la gobernadora, Rocío Nahle, no lo hizo. 

No habrá demolición de las torres que limitan la visibilidad de la cancha, lo que se hará, seguramente, será quitar de esa zona los asientos y se pueden aprovechar las zonas para colocar algunas amenidades diferentes. 

Tampoco es como para fincar responsabilidades, finalmente lo proyectado se construyó. 

Aquí, no obstante, hay muchas preguntas. 

¿El proyectista era un arquitecto balín, sin conocimientos, sin experiencia? ¿Nadie se dio cuenta? 

Los que construyeron, eso sí, fueron de los dos sexenios, aunque en mayor medida le tocó a Cuitláhuac García Jiménez. Entonces, los que construyeron, ¿No detectaron el problema? ¿Son tan cerrados y obtusos los lineamientos de las obras que el constructor tiene que hacer a pie juntillas lo que dice el proyecto desde el diseño? 

Alguien tuvo que colocar las sillas en esa zona y debió percatarse que no se veía… y pese a eso, les valió. 

¿De qué sirven entonces las visitas de obra de los funcionarios? ¿Dónde está la supervisión? 

Cuántas fotos no hay de alcaldes, gobernadores, presidentes y demás funcionarios, que van a las obras y se ponen un casco bien limpiecito y según ellos van a “supervisar”. No hacen nada más que tomarse la foto. 

El error de diseño y construcción en el Pirata era tan obvio que no se necesitaba tener estudios para detectarlo.

¿Cuántas obras no hay mal hechas regadas por todos lados solo porque no hubo un buen proyecto y un mal diseño imperó? 

Apenas hace unas semanas un muro de gaviones se vino abajo en Xalapa porque lo usaron como muro de contención y esa no es la finalidad principal de los gaviones. 

Ese error quedará en el anecdotario colectivo, porque tampoco es un error sumamente grave. Finalmente es de diseño y no estructural. 

Pero si así estuvo en el diseño, ¿Hay confianza en lo estructural?