La tarde de este lunes uno de septiembre rendirán protesta en el Congreso de Veracruz los nuevos integrantes del Poder Judicial del Estado quienes tendrán la gran responsabilidad de caminar derechitos y aplicar la ley con libertad y justicia so pena de que el pueblo les de las gracias en futuras elecciones.

Sin embargo, la verdad es que no todo el poder judicial estaba rancio y achacoso, no se podría generalizar que así fue.

Por ejemplo, al analizar la gestión de Lisbeth Jiménez Aguirre, que ayer domingo concluyó su encargo como presidenta del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura hay cosas muy rescatables que vale la pena resaltar: 

1.- Su visión modernizadora que transformó la infraestructura y los procesos, a la vez que acercó territorialmente la justicia a quienes más lo necesitaban.

2.- El Juzgado en Línea con lo que Lisbeth consolidó la  vieja necesidad de permitir la atención de casos a distancia, incluso divorcios tramitados desde Estados Unidos, abriendo la justicia veracruzana a la comunidad migrante y demostrando que la digitalización puede derribar fronteras.

3.- En materia de infraestructura judicial se inauguró la Ciudad Judicial de Minatitlán y la de Orizaba y se inició la tercera etapa de la construcción de la Ciudad Judicial de Poza Rica.

4.- Sin embargo lo que más le será reconocido a Lisbeth Jiménez Aguirre por su trascendencia serán las políticas con perspectiva de género. Mediante la  plataforma Veracruzana Protegida otorgó protección inmediata a mujeres víctimas de violencia; la estrategia “Amiga, yo te ayudo” brindó asesoría jurídica gratuita a quienes enfrentan violencia económica; y la Tarjeta MujerEs, implementada durante “El Año de las Mujeres”, con lo que se garantizó el pago seguro de pensiones alimenticias vía electrónica e incluyó beneficios como mastografías gratuitas, seguro de vida y apoyos para el bienestar integral de las familias.

Que le viene a la magistrada Lisbeth, es difícil saberlo, pero sería grave no aprovechar su capacidad y conocimientos jurídicos, su verticalidad y sobre todo su austeridad para ejercer cargos públicos sin escándalos y con pulcritud y transparencia.