Morena, el partido en el poder, retuvo la alcaldía con su candidata Daniela Griego, pero lo hizo con apenas el 12% del padrón xalapeño. Un resultado pobre para quien presumía hegemonía en la capital veracruzana. Comparado con el ejercicio anterior, donde necesitaban el doble para enfrentar a la oposición aliada; el desgaste es evidente.
En el PRI, la soberbia sigue siendo la divisa. Horas después de que se cerraron las casillas, el dirigente estatal de ese partido Adolfo Ramírez Arana, dijo en conferencia de prensa que pese a las condiciones adversas, los primeros resultados colocaban al tricolor con ventaja en el 80 por ciento de los municipios. Y 23 alcaldías ganadas están a años luz de ser el 80 por ciento de 212 municipios.
El PAN tampoco se salvó. Con una candidata sin perfil ni campaña visible, apostaron todo a su independencia, convencidos de que con su marca bastaba. No fue así. Se desplomaron hasta convertirse en la cuarta fuerza, una posición irrelevante para un partido que alguna vez aspiró a gobernar la ciudad.
Movimiento Ciudadano, aunque sin obtener la victoria, capitalizó el caos opositor y avanzó de forma importante. Su candidato Román Moreno y el contexto favorable, lo colocaron como segunda fuerza, en una combinación del mérito del contexto y de la propuesta.
Y es que lo que faltó este año fue exactamente lo que sobró en 2024: dirección, estrategia y un liderazgo capaz de articular a todos. La fórmula de la alianza encabezada por una figura fuerte no solo fue competitiva, fue arrolladora. Los datos lo demuestran: la ciudadanía respondió cuando hubo proyecto. Este 2025, en cambio, cada partido marchó por su cuenta, y el resultado fue el previsible colapso.
Hoy Xalapa no votó contra nadie. Votó por ausencia. Y la gran lección es clara: cuando hubo unidad, hubo fuerza. Cuando hubo rumbo, hubo respuesta. Hoy, lo que más se necesitó fue justo lo que no estuvo: liderazgo y alianza.
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