Y la estolidez lleva al que peca por la paga y al que paga por pecar a creer que es posible derribar la fortaleza del profe Esteban por medio del chisme ramplón, del infundio a ras de tierra, de la infamia mal inventada.
O tratan de meter cizaña en la relación entre la mandataria y el líder camaral a base de embustes y del invento de supuestas traiciones del guerrillero contra la ingeniera, como si las habladurías pudieran mellar la reciprocidad del respeto, del reconocimiento y del afecto.
No se cansa el libelista de repetir cansinamente lo que le ordena el ignaro, y vuelve una y otra vez con el sonsonete de las injurias en contra de quien llegó a la Legislatura a poner orden en la administración, en la política parlamentaria, en la relación con los opositores… a terminar con el manejo corrupto del poder y del presupuesto.
Cada acierto es un tronido en el cielo que afecta los agridulces oídos del que fuera el paladín de la ineficiencia, el saltimbanqui del protocolo, la némesis del pensamiento correcto (o del pensamiento a secas).
Seriedad contra banalidad, logros contra mentiras, acciones contra palabras huecas… la confronta deja muy mal parado al anterior y honra al presente.
Después de seis años de soledad, de un sexenio sin rumbo y sin concierto, ha regresado la eficacia a la Legislatura, de la mano de una vida de lucha, de sacrificios, de una acción sinfín en favor de los olvidados, los marginados, los jodidos...
Obvio: los ardidos no perdonan la majestuosidad del que, sin aspavientos, hace solamente lo que tiene que hacer, y lo hace bien.
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