Desde antes de que el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador tomara posesión del cargo, muchos advertimos que era un peligro para el país y, entre más pasa el tiempo, más parece que teníamos razón. Hemos visto que varios de quienes votaron por él se han mostrado arrepentidos, decepcionados y hasta avergonzados, por otro lado, yo no he visto ni sabido de una sola persona que se haya arrepentido de no haber votado por él y por su movimiento.
Esto sucede porque el ejecutivo federal prometió muchas cosas en campaña, la mayoría imposibles, y ahora que se encuentra en el poder, está haciendo todo lo posible por manejar a su antojo el dinero público y las dependencias a su cargo con tal de que se haga su voluntad, con la excusa de que sólo así podrá cumplir con dichas promesas. Muestra clara de ello es que todos sus secretarios se encuentran fielmente subyugados a sus caprichos, del mismo modo que las Cámaras legislativas, con mayoría morenista, aprueban y eliminan toda aquella ley que les dicte el mandatario nacional, sin importar si es benéfica o no para los ciudadanos.
La última intromisión se dio hace unos días, cuando a iniciativa del presidente, en las Cámaras de diputados y senadores se aprobó la extensión del mandato del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, por dos años más de los que marca la Constitución. Esto es a todas luces ilegal, nuestra Carta Magna es muy clara en cuanto a tiempos y periodos en su Título Cuarto, en donde se especifica que el presidente de la SCJN se mantendrá en el cargo durante 4 años, no puede reelegirse ni extender su mandato y tampoco puede ser temporal con el presidente de la república, es decir, no pueden estar en el cargo durante el mismo periodo, justo para evitar corrupción entre estos.
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Además, esta acción puede interpretarse como un ensayo, puesto que, si son capaces de violar la Ley para ampliar el mandato del presidente de la Corte, ¿por qué no lo harían con el mandato del presidente López Obrador? «No me voy a reelegir», ha dicho en múltiples ocasiones el mandatario nacional, pero nunca ha dicho que no va a extender su mandato…
Fue en 2006 cuando el ahora ejecutivo federal mandó al diablo a las instituciones del país, hoy las está tratando de subyugar y, con ellas, al país entero. Es evidente que el presidente López Obrador quiere gobernar bajo un régimen autoritario, donde sólo lo que él diga y crea sea verdad y todos aquellos quienes difieran de su opinión, sean corruptos y traidores. No es el único que lo ha intentado, ejemplos hay de sobra a través de la historia y, si algo deberíamos haber aprendido ya de esto, es que nunca, pero nunca acaba bien…
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