Hay que decir que la política convencional poco tiene que ver con la política de la Iglesia Católica, cuyos integrantes llevan dos mil años haciendo grilla y son unos verdaderos expertos que dejan ver como unos infantes imberbes a los más poderosos dignatarios del mundo. Considérese que los ingleses llevan 500 años
metidos en politiquerías, los gringos apenas rebasan los dos siglos y los priistas en nuestro país solamente alcanzaron a completar 71 años.
Hay una película muy oportuna que salió recientemente y que lleva el nombre de Cónclave. Es una buena visión que explica con cierta claridad cómo es el complicado proceso para elegir al nuevo Papa.
Es obvio que entre los 135 elegibles hay cardenales que tienen alguna preeminencia (miren qué bien: hay eminencias que tienen cierta preeminencia). De la lista completa, se destacan siete, o nueve o 12, según unos analistas u otros.
Anoto la docena completa, y si me permiten, en el “Sin tacto” de mañana, veremos quién es quién de este rosario de santos varones:
Pietro Parolin y Mateo Zuppi, italianos; Luis Antonio Tage, filipino; Gérald Cyprien Lacroix, canadiense; Robert Prevost, gringo; Tarcisius Isao Kikuchi, japonés; Michael Czerny, checo; Cristóbal López Romero, español; Jean-Claude Hollerich, luxemburgués (y el único jesuita de la lista); Péter Erdó, húngaro; Peter Turkson, de Ghana, y Carlos Aguilar Retes, mexicano.
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