Sin embargo, lo que debería haber sido un momento de luto, solidaridad y exigencia de justicia, se convirtió rápidamente en una carnicería mediática alentada por voces de la oposición y medios contrarios al régimen de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, que criticaron incluso que una particular subiera al buque e hiciera un vídeo promoviendo la elección extraordinaria al Poder Judicial, como si acciones como esas pudieran ser contenidas por la tripulación de un barco que da cobijo a los que desean visitarla.
Es indignante ver cómo, ante el dolor de las familias de los cadetes caídos, algunos actores políticos, pero especialmente medios de toda índole han optado por lucrar con el accidente, intentando posicionar narrativas malintencionadas que buscan responsabilizar al gobierno mexicano por una operación que claramente estaba bajo jurisdicción y responsabilidad de las autoridades portuarias de Nueva York.
Los informes preliminares y las propias coberturas de medios internacionales han señalado la responsabilidad de la capitanía de puerto y los errores en la guía y remolque del buque –el cual se habría quedado sin energía y a la deriva en medio de dicha maniobra-, lo que no ha impedido que en ciertos sectores mexicanos se alimente una estrategia de golpeteo político sin escrúpulos.
En medio de la tragedia, se olvida, además, la heroicidad de quienes iban a bordo. Los cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar, en cada entrada a puerto extranjero, realizan ejercicios de salutación con disciplina, gallardía y un profundo sentido de respeto diplomático.
Son maniobras complejas y arriesgadas, que muestran al mundo el profesionalismo de la Armada Mexicana. Y, sin embargo, en este caso, todo parece indicar que los responsables del control del puerto en Nueva York no consideraron adecuadamente los riesgos que enfrentaban los jóvenes en cubierta, ignorando los protocolos de seguridad mínimos ante una embarcación de estas dimensiones.
Más allá de las pugnas políticas, lo que este trágico episodio exige es justicia y verdad.
Exige una investigación seria por parte de las autoridades estadounidenses, y un pronunciamiento firme del gobierno mexicano en defensa de su Armada y de sus cadetes.
Hoy más que nunca, es momento de reconocer el valor de quienes forman parte de nuestras fuerzas armadas y exigir que, ante errores ajenos, no se derrame sangre ni se exploten tragedias con fines politiqueros.
El honor, como la vida, merece respeto.
Sirvan estas letras a la memoria de nuestros cadetes caídos. QEPD.
Al tiempo.
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