La marcha de la Generación Z del sábado anterior, la espantó tanto que envió a sus esbirros del Bloque Negro a reventarla. Estos sujetos se apostaron a un costado de la Catedral Metropolitana, esperaron la llegada al Zócalo del primer contingente de manifestantes y órale, se fueron contra las vallas de tres metros que resguardaban el Palacio Nacional, pero sobre todo se fueron contra los policías.
Nacidos en 2012 durante la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, sin un líder visible, pero cobrando en la nómina de la Jefatura de Gobierno de la CDMX, sus integrantes quemaron la puerta Mariana de Palacio Nacional en noviembre del 2014 en protesta por la desaparición de los 43 de Ayotzinapa. Y se pasaron de violentos con las mujeres (hubo muchas golpeadas) durante la marcha feminista del 8 de marzo del 2020 (8M), que fue descalificada por el presidente López Obrador: “Son mujeres que están manipuladas y como lo vimos, algunas son violentas y agresivas”.
Si a Andrés Manuel le salió bien el numerito con el Bloque Negro, a Claudia le está saliendo del nabo y en su desesperación los está acusando de derechistas, de estar pagados por el PAN y por Ricardo Salinas Pliego quien los habría financiado con 90 millones de pesos.
Díaz Ordaz jamás quiso escuchar a quienes le decían que los jóvenes que protestaban en el 68 no eran rojillos comunistas revientaolimpiadas, sino estudiantes en busca de más democracia y libertad. Se empecinó en escuchar a Echeverría y ambos terminaron en el basurero de la historia.
Claudia Sheinbaum que no escucha a nadie que no sea Andrés Manuel, dice que los miles que marcharon el sábado “no eran jóvenes en su mayoría” sino ultraderechistas que quieren poner en jaque a México. Cuando quienes tomaron las calles de la CDMX y de 50 ciudades lo único que anhelan es menos violencia y más paz y tranquilidad.
Díaz Ordaz se fue cargando con el estigma de represor y asesino. A Claudia ya le dicen represora en las redes y asesina por la muerte de Carlos Manzo. Mediante IA hicieron un monigote donde se parece mucho al expresidente poblano y también le fueron a gritar narcopresidenta al mismísimo Palacio Nacional.
Lo que querían los mexicanos (de izquierda, derecha, ateos, creyentes, ricos y pobres) después de la marcha, era escuchar a su presidenta con un discurso conciliador, pero los denostaron, minimizaron y se burlaron de ellos. Y eso calienta.
De seguir con su negativa de dialogar con un pueblo que está pidiendo a gritos “¡Ya basta con la violencia!” y acusando a quien no piense como ella de derechista, aguas, señora presidenta.
El juicio de la historia es implacable y en su basurero aún hay lugar. Mucho lugar.
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