Ayer el presidente tuvo un informe más, idéntico a todos lo que ha ofrecido en el pasado. Lleno de elogios a su gobierno, con varias mentiras y verdades a medias en un intento de justificar el fracaso de su gestión. El ejecutivo federal vive del recuerdo de aquél día en el que por fin venció a sus rivales políticos, pero no cae en cuenta que es sólo eso, un recuerdo...
Parece que Obrador no distingue entre una victoria electoral y un gobierno exitoso, pues el suyo ostenta sólo récords negativos y ni un solo logro hasta el momento. Presume el precio de las gasolinas, pero su administración ni siquiera ha metido las manos en el tema, los precios de esta se siguen regulando gracias a la vigente reforma energética, misma que prometió eliminar (dicho sea de paso). Parece que se dio cuenta de que no sería conveniente hacer esto último, al menos por un tiempo.
Presume también que se acabaron los privilegios, pero será para quienes no le caen bien, pues sus ‘cuates’ se han visto bastante beneficiados desde que obtuvo el poder. Por mencionar algunos: Ricardo Salinas Pliego aumentó su fortuna gracias a las licitaciones directas que el actual gobierno le concedió; Carlos Slim sigue siendo el empresario favorito del gobierno mexicano; sus funcionarios gozan de total impunidad, como son los casos de Bartlett o el matrimonio Ackerman-Sandoval, entre otros. Es decir, las prácticas son idénticas a las que cometieron gobiernos priístas o panistas en el pasado, sólo cambiaron los amigos beneficiados.
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Lo que no presume es que sostiene los récords de inseguridad y violencia más altos de la historia moderna del país; tampoco presume el pésimo manejo de las finanzas públicas, el cual tiene al país sumergido en una crisis económica desde el 2019 y que el coronavirus sólo vino a empeorar; no presume el vergonzoso manejo de la pandemia, pues a diferencia de todos los países del mundo, somos el único que lleva más de cuatro meses de confinamiento, cuando hasta en países menos desarrollados como algunos casos en Sudamérica ya han logrado contener el contagio del virus, mientras que acá, cada semana seguimos estando en el pico más alto de la pandemia sin un escenario claro de cómo contener la propagación del virus y sin una estrategia eficiente para conseguirlo.
En fin, el presidente puede jactarse el resto de su vida (si así lo desea) de la histórica victoria que obtuvo en las urnas hace dos años, pero sus acciones y pésimos resultados como gobernante opacan ese momento. López Obrador vive del pasado y celebra aquél triunfo tanto como puede, pues es lo único que puede celebrar dos años después de un gobierno lleno de fracasos.
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