Se está haciendo costumbre por parte del presidente López Obrador, “descubrir” supuestos vínculos de sus opositores con organismos, personajes y políticos a los que previamente ha destrozado la imagen llamándolos corruptos, o delincuentes, vínculos que, en la mayoría de las veces solo están en su mente enferma y desesperada al ver como el poder se le acaba y no logra consolidar a su candidata como una opción ganadora.

Así las cosas, es tan burdo y predecible su “modus operandi”, que nos preguntamos ¿Qué le pasa a AMLO? Cuando vemos que se convence a sí mismo de que imponiendo calificativos como Conservadores, ultraderechistas, fascistas, corruptos, traidores a la patria y otros tantos va a lograr cambiar la opinión que la gente tiene de esos personajes a los que ataca, lo que no ha medido es que la palabra conservador de ninguna manera es peyorativa para un enorme número de mexicanos y para algunos, muchísimos diría yo, lo realmente peyorativo son las palabras: “progre”, socialista, comunista, o populista que es lo que rechazamos y aborrecemos, pero el ser conservadores nos llena de orgullo y de ninguna manera puede ofendernos.

El último disparate que le he escuchado, porque no tiene ningún sentido, es relacionar a los rijosos de Ayotzinapa que dieron el “portazo” en Palacio Nacional, con el bloque opositor, cuando todos en México sabemos que quien ha utilizado recurrentemente a ese grupo para conseguir sus fines ha sido el propio AMLO y que los ha perdido a base de desatenciones, desplantes y falta de comunicación con ellos al dejar en manos de terceros, en funcionarios de cuarto y quinto nivel, la atención de sus demandas.

A raíz de este lamentable hecho, el del portazo, AMLO dejó volar su imaginación  y se puso a elucubrar como lo haría cualquier psicópata esquizofrénico con delirio paranoide y “llegó a la conclusión” de  que la OEA está detrás de éste acontecimiento, solo porque la oposición eventualmente ha recurrido ante ese organismo para tratar de detener el camino a la dictadura que AMLO viene recorriendo desde 2018, basado en el gran disparate de que Ellos, la oposición lo hacen porque pertenecen a ese organismo, desconociendo que es la nación entera, en el marco de los tratados internacionales correspondientes, la que se ha adherido, con el beneplácito del Senado de la República, tanto a la Carta de las Naciones Unidas como a la Organización de Estados Americanos, y por ello, sus lineamientos son de observancia obligatoria en México, al mismo nivel que la Constitución, además de nuestra adhesión también a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y a la Corte Penal Internacional de la Haya.

Volviendo al inicio, es bien sabido que las izquierdas tienen como consigna, crear enemigos, a veces ficticios, para enfrentar al “pueblo” contra el “pueblo” y en ese “río revuelto”, alzarse como los redentores que le resolverán los más disímbolos problemas, muchos de estos también inventados como podrían ser los del feminismo, el indigenismo, el ecologísmo, el abortismo, los del Lobby LGBT y otros tantos, que les permiten mantener una constante lucha, que les genera…¡VOTOS! y en consecuencia poder. Así que todo esto siempre se reduce a la vieja lucha de izquierdas contra derechas, “progres” contra conservadores, ricos contra pobres, ilustrados contra ignorantes, hombres contra mujeres, etc. y tan polarizado está el país entre los buenos- nosotros, y los malos- ellos, que resulta muy difícil pronosticar, como decimos en Veracruz, dónde acabará esta “bulla”, pero lo que sí es cierto es que AMLO se ha echado más enemigos encima de los que puede manejar o controlar y es por ello su desesperación y los “coletazos” que está dando a diestra y siniestra.