La marcha que no fue marcha sino mitin tenía como fin defender a Rocío Nahle de los “ataques” que le han hecho por su condición de mujer, y acusar que es violencia de género que le recuerden que no es veracruzana sino zacatecana y que el empresario citrícola Arturo Castagné se atreva a exhibir copias de las escrituras que hacen constar que ella o sus familiares cercanos son propietarios de mansiones y terrenos comprados en este sexenio de la abundancia (¡Primero los López!, y sus allegados, es la consigna).
Antes, a las 9 de la mañana, las reconocidas licenciadas Sara María Castañeda Medina, Rosa Hilda Rojas Pérez y el prestigioso abogado Fidel Guillermo Ordóñez Solana habían explicado claramente que no se puede considerar violencia política de género a los señalamientos que con pruebas se hagan sobre actos que pueden ser contrarios a lo señalado por las leyes electorales. Constitucionalista non, Ordóñez explicó las razones jurídicas por las que no se puede aplicar en este caso a la candidata de Morena la suposición de que ha sido afectada por su condición de mujer.
Interesante, sí, que los acarread… perdón, los ciudadanos que acudieron por generación espontánea a la Plaza Lerdo no tenían ni idea de por qué estaban ahí.
Pregunté directamente a varios de ellos, y vean las respuestas:
—¿La marcha? Ah, es en favor de López Obrador… del Gobierno… de Cuitláhuac… bueno, sí, de Rocío Nahle, nuestra candidata de Veracruz. ¿Que no es veracruzana? No, ésas son puras invenciones de los ricos…
—Oiga, en la colonia unos siervos de la nación nos ordenaron que teníamos que venir, pero que no fuéramos a decir que éramos obligados. Y pos como no dijeron nada más, pues ni sé a qué vinimos… pero aquí estamos en favor de AMLO.
—Es que si no apoyamos van a ganar los conservadores y nos van a quitar los apoyos que nos da el Presidente. Es un honor estar con Obrador… Nos dijeron que había que apoyar a Chío y orita nos van a dar las consignas.
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