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Edgar Hernández.
 

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Yolanda Castañeda, al relevo en el Poder Judicial
2016-08-13

Esta magistrada del Tribunal Superior de Justicia no es de mecha corta, solo es directa.


Célebre por su expresión de que “cualquier pendejo puede ser magistrado” y enemiga de la misoginia, la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros reclama participar en la sucesión por la presidencia del Poder Judicial de Veracruz.


“Y no solo por cuota de género, fenómeno mundial con el cual el gobernador Javier Duarte ha sido consecuente, sino porque estoy preparada y lista para darle un giro de 180 grados a la institución”, dice la reconocida magistrada.


Impropio preguntarle la edad a esta dama, pero sí de sus amores:


“Mi familia, mis hijos, mi nieto… mi esposo y por supuesto mi querida mamá”.


¿Le gusta cocinar?


¿Cocinar?


-Sí.


“Uyyy… no me toque ese son. Fíjese que yo no soy muy buena cocinera, pero eso no importa ¿sabe por qué?.. Pues porque estoy casada con un chef. Mi marido Felipe Vázquez Galindo siempre me da la sorpresa del día”.


¿Qué es lo que más le molesta?


“La hipocresía. La envidia. Siempre he creído que cada quien debe tener lo que es de uno: lo mismo un premio que una enfermedad”.


¿Por qué quiere encabezar el Poder Judicial?


“Porque quiero erradicar los vicios de la corrupción, de la impunidad y empujar valores de disciplina, honestidad, honradez, y trabajo. Es tiempo de que retorne y prime la ética judicial”.


La magistrada hace 42 años empezó su carrera judicial.


“¡Pero yo no quería, al principio eso!”.


¿Perdón?


“Mire. Yo fui toda mi niñez y adolescencia, y parte de mi juventud, músico. Provengo de una familia de músicos clásicos. Mi abuelo fue uno de los fundadores de la Sinfónica de Xalapa y mi papá Leopoldo Castañeda Romero toda su vida la dedicó a la música. Gracias a ese legado yo me dediqué a lo mismo”.


“Empecé a los seis años con el violín y luego el violonchelo y el contrabajo. Estuve en la sinfónica hasta 1970. No había mujeres en la orquesta, pero no era difícil estar ahí. Me consentían y apoyaban”.


¿Entonces por qué cambió de vocación?


“Primero hablé con mi papá quien me decía que me fuera por la música y me metiera de monja, pero mi profesor Manuel Fernández Flores, de la Facultad de Derecho más directo me dijo: ¿Qué quieres ser músico o abogada?.. y yo le dije: las dos. No, no, no.., me respondió. No vas a poder cumplir a dos mujeres tan celosas. Si no las cuidas ¡Te dejan!”.


¿Y?


“Dejé la orquesta. Lloré mucho. Tenía 19 años. No quería dejar la música. Hoy mismo mi corazón está dividido… pero ya me prometí que cuando me jubile regresaré a la música”.


¿Le ha servido la música ahora que es usted magistrada?


“Bueno, soy una convencida que la música controla a las fieras. Aquí hay muchas y si la música las controla ¿qué no puede hacer por los humanos”.


¿Vive su papa?


“Ya murió. En 1996. Me dolió tanto. Cuando falleció le escribí una oración en donde le daba las gracias por habernos dejado una herencia de honradez y trabajo; de amor a la profesión, de respeto a la dignidad hacia nosotros y al prójimo y que al igual que a mi abuelo sería despedido hasta su última morada con los acordes de su querido vals: ¡Dios nunca muere!”.


 ¿Y su mamá?


“Mi mamá me evoca la belleza. Ahora tiene 90 años. Ella nació en Otates, de donde son las mujeres bonitas. Fue muy guapa. Lo es. Muy arreglada, doña Leonila, le decían la muñeca”.


¿Y usted?


“Yo, nunca fui noviera. Mi mamá me decía que si andaba de novia ya no me dejaría estudiar y que me metería a las labores domésticas. A mí y a mis hermanos nos dejó un gran legado. Leopoldo es científico nuclear, Mario es biólogo”.


Yolanda es Premio Nacional al Mérito Judicial otorgado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y tiene una impresionante carrera judicial: licenciada, maestra y doctora, master en derecho penal, con un centenar de diplomas y cursos sobre diversas disciplinas jurídicas; es una brillantísima abogada que empezó como oficial “A” escribiente en el juzgado primero de Xalapa, allá por 1974.


La magistrada es muy distinguida. Es muy arreglada.


“Bueno, pues sí. Uno representa a la institución y siempre hay que andar muy digna, siempre he sido cuidadosa. Una vez quise remodelar mi vieja casa por lo que me trajeron a un arquitecto que se me presentó muy trajeado, de azul marino… pero con calcetines cafés. No lo contraté”.


¿Si es presidenta magistrada, qué es lo primero que hará?


“Darle importancia al derecho familiar, procurar por su unidad. Protegerla por la vía del derecho. No basta con los juzgados de lo familiar, se requiere una defensoría de oficio y centros de convivencia familiar”.


¿Le lastima la pobreza?


“Me lacera ver a los niños, a los de la sierra; se requiere justicia para niños y niñas; he convivido con veracruzanos en extrema pobreza y ya reflejado en mi actividad me da mucha lástima que en muchos juzgados se pidan dádivas para obtener resoluciones. Que se pida dinero a los pobres que van por justicia”.


¿Pero ahora trabaja en un edificio muy lujoso?


“Si, pero antes, años atrás trabajé en condiciones de extrema austeridad. Ahora me siento en el Palacio de Versalles, pero por años hacía mis necesidades en letrinas en los ruinosos juzgados donde laboré. Toda mi vida he sido de terracería, he trabajado en lugares inhóspitos. Hasta ahí me fui llevando a mis hijos pequeños”.


¿Hay quien opina que usted quiere encabezar el poder judicial por capricho?


“El león cree que todos son de su condición. Yo soy de valores y metas. Yo no traigo ambiciones personales. Dios ha sido generoso conmigo al darme una familia y una oportunidad de estudiar y vivir con un valor que se llama tranquilidad”.


¿Llegó el fin de los compadrazgos?


“Sí, también el de los clubes de Tobi. Cuando venga el proceso sucesorio los 50 magistrados deberán decidir con valor y ética quien es el mejor o la mejor. Yo me siento la mejor calificada porque me he preparado y llegare no por recomendaciones. Yo no creo en eso”.


“Por eso cuando alguien llega y me dice que viene recomendado por fulano de tal, yo le respondo que aunque venga recomendado por la reina Isabel o por el presidente de Estados Unidos, aquí se respeta la ley”.


¿Usted no le simpatiza a muchos?


“No lo sé. Pero sé que no gusto a algunos porque soy muy directa, porque me respeto y respeto mi trabajo. Yo no hablo mal de nadie. Hablo de instituciones y necesidades… ¡por esa vía llegaré!


Tiempo al tiempo.


 *El autor es Premio Nacional de Periodismo


 


 

 
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