Alineado con el exgobernador Cuitláhuac García Jiménez, el rector ha subordinado la vida universitaria a intereses políticos. La Junta de Gobierno, en vez de actuar como garante de la autonomía, ha tolerado estos excesos. Ahora, incluso permite que Aguilar maniobre para quedarse o, en su defecto, para que su proyecto continúe a través de un plan alterno.
Ese plan B lleva nombre: la Dra. Marisol Luna Leal. Académica de bajo perfil público pero cercanísima a Aguilar, Luna Leal se inscribió recientemente en el proceso de selección de rector o rectora. De no poder reelegirse Aguilar directamente, ella sería la encargada de continuar la misma línea, garantizando la permanencia del grupo en el poder. Compite formalmente contra figuras académicas con trayectoria reconocida, como el Dr. Jorge Manzo Denes y el Dr. Rafael Vela Martínez, quienes sí representan alternativas con experiencia y visión autónoma.
El riesgo de consolidar este retroceso institucional remite inevitablemente al movimiento estudiantil de 1988 en la UNAM, cuando bajo el rectorado de Jorge Carpizo McGregor la comunidad se movilizó ante el intento de violentar la vida universitaria. Desde entonces, no habíamos visto un intento tan descarado de imponer un proyecto político ajeno a los principios universitarios.
La Universidad Veracruzana no puede permitirse continuar bajo un modelo de simulación, ni mucho menos bajo el mando de un rector —o de su relevo pactado— que ha traicionado la esencia de la academia. La comunidad universitaria debe exigir respeto, transparencia y un nuevo rumbo. Porque la UV no pertenece a ningún grupo de poder, sino a Veracruz, a sus estudiantes y a su futuro.
Al tiempo.
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