Rocío Nahle sí le entró al toro y se debe reconocer esa voluntad política, aunque se quedó a medias porque no publicó “nuevas tarifas”, solo les aplicó la “actualización” inflacionaria.
Matemáticamente tiene razón la Gobernadora, la actualización responde a lo que el índice inflacionario marca.
Pero los números no cuadran. Del 2002 a la fecha el incremento real ha superado con mucho el índice inflacionario. La gasolina pasó de 6 a 24 pesos el litro (300% más); el salario mínimo de 42 a 250 (290%); el costo de los autos en promedio es 275% más caro; los amortiguadores, horquillas, seguros, tasas de interés por financiamiento, todo ha subido más del 200 por ciento.
Eso lo saben todos. Entonces, ¿Para qué ofrecer una solución que a luces vista es insuficiente?
Porque se necesitaba un piso de negociación, y ese piso es la tarifa actualizada.
Los taxistas en Veracruz se han resistido a una regulación clara y, sobre todo, al uso de plataformas digitales. Pero no se puede ir a contrapelo de un futuro que ya no alcanzó y el Gobierno ha puesto su primer As sobre la mesa para negociar las mejoras necesarias en el servicio de transporte.
¡Ahhhh! ¿No quieren plataformas digitales? ¿No quieren taxímetros? Entonces se les aplicará la justicia a secas y como por Ley no está mal la actualización recién publicada, las sanciones pueden caer a rajatabla y aunque puede haber cierres, gritos y sombrerazos, la Ley es la Ley, aunque sea inmoral. ¡Chútense esa!
Los sindicatos saben que la actualización actuarialmente es correcta y por eso llaman a manifestaciones y marchas pacíficas. Reconocen a la Gobernadora que finalmente le haya entrado al tema, pero consideran que está mal asesorada.
La partida está iniciada. La primera bajada fue la Tarifa Actualizada, y los taxistas responden con un par de Ases como la implementación de un taxímetro con tarifa configuraba en tiempo y distancia; y ceder al Gobierno el desarrollo de un App que calcule la tarifa. Una especie de Uber o Didi… pero gubernamental y solo para taxistas, con botones de pánico y liga directa con la policía.
Ofrecen también otros beneficios difíciles de medir, de esos que solo Dios sabría si los cumplirían… pero bueno, ofrecen también “autos limpios, en condiciones mecánicas lo más óptimo posible, vestimenta adecuada, cortesía de servicio y someternos a un padrón confiable de conductores y concesionarios que brinde certeza y seguridad al usuario”.
¿Tienen razón los taxistas en que las tarifas actualizadas no alcanzan? Seguramente.
¿Tiene razón el Gobierno en que la actualización de la tarifa fue conforme a la Ley? Sí.
¿Tienen razón los usuarios en pedir seguridad, certeza, calidad y apertura a plataformas digitales? También.
Lo cierto es que los taxistas no tienen de su lado lo más importante: la opinión pública.
Hay empatía social, eso no se niega. Pero la sociedad no tiene la disposición de hacer suya una lucha gremial que, cuando puede, le encaja el diente en cada viaje.
Estamos en la antesala de una dura lucha. Un estira y afloja que puede abrir las puertas a las plataformas digitales y a recuperar la seguridad y la confianza en el servicio de taxis que tanto se necesita.
La partida está iniciada. Veremos al final quien mostró la mejor mano.
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