El país se encuentra en uno de los peores momentos, donde la inseguridad y los delitos federales encabezan las cifras más crueles de violencia. Los desaparecidos se cuentan por miles y los crímenes se han vuelto el acontecer diario de México. El fiscal general, Alejandro Gertz Manero, dejará en la Fiscalía de la República la duda y la sospecha sobre su actuar al frente de la institución encargada de castigar a los criminales. Quedarán impunes varios delitos cometidos por células criminales que tienen al país envuelto en la peor crisis de seguridad, en la barbarie y la catástrofe.

Y, en vez de que el fiscal se vaya por la puerta de la responsabilidad, lo premian con una embajada. De ese tamaño está la corrupción o la moneda de cambio del poder.

Esperemos que la decisión que tome la presidenta de México sea para bien del país, y que quien encabece la Fiscalía General de la República sea una persona con los arrestos necesarios para combatir el crimen y garantizar la seguridad. También debe enviar una buena señal a Estados Unidos, que mantiene una política de extrañamiento con México por el tema de seguridad.

La presidenta necesita respaldo en materia de seguridad y que su gabinete esté integrado por personas confiables y con las credenciales suficientes para estar al frente de esa responsabilidad. Pero, más aún, que tengan voluntad política para sacar adelante al país de este gran flagelo que cada día cobra más víctimas.