La violencia política no es nueva, pero su intensidad y precisión en estos tiempos indican que hay quienes quieren que el proceso electoral se desarrolle entre sombras, miedo y sangre.
Mientras tanto, en Veracruz, un candidato de Movimiento Ciudadano renunció repentinamente, presuntamente por estar vinculado al crimen organizado. Horas después, un atentado en Juan Rodríguez Clara contra Xóchitl Tress, candidata del mismo partido, deja como saldo dos personas heridas por arma de fuego y, lamentablemente, la primera reportera asesinada durante el sexenio de la Gobernadora Rocío Nahle García: Avisack Douglas Coronado.
La pérdida de una periodista en el ejercicio de su labor no solo es dolorosa, es una señal de alarma encendida en rojo. Los periodistas no deberíamos ser nota. Informamos, documentamos, narramos los hechos. Y, sin embargo, una vez más, nos convertimos en blanco de una violencia irracional que busca silenciar voces y desestabilizar el orden social.
La pregunta es inevitable: ¿a quién le conviene todo esto? ¿Quién se beneficia del miedo colectivo, de los candidatos renunciando, de los periodistas muertos, de las campañas centradas en sobrevivir y no en debatir ideas?
La respuesta no es simple, pero hay señales claras de una estrategia perversa que busca minar la confianza ciudadana, debilitar la participación electoral e instaurar un ambiente donde el voto no sea libre, sino condicionado por el terror.
En este escenario, las autoridades tienen la obligación de actuar con firmeza, esclarecer los hechos y garantizar condiciones de seguridad para todos los actores del proceso electoral. Y es también momento de que la ciudadanía, periodistas y organismos civiles exijan alto a la violencia, protección real a la libertad de expresión y garantías a los derechos políticos de todos los contendientes.
Los hechos de estas últimas horas son un llamado urgente a no ceder ante quienes apuestan al caos. Porque lo que está en juego no solo son cargos públicos, sino la posibilidad de seguir construyendo un país donde la democracia no se escriba con sangre, sino con participación, propuestas y libertad.
Al tiempo.
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