Luego de la serie de eventos delictivos en la Zona Norte del Estado, es evidente que hay fuerzas interesadas en socializar la inseguridad. 

Esas fuerzas llenan espacios en medios de comunicación vendiendo la idea de que el Estado de Veracruz está en llamas, que campea la ingobernabilidad y que la inseguridad afecta a todos, pues todos están expuestos a la violencia. 

Según esa imagen que se vende del Estado, a alguien que no viva en Veracruz le debería parecer una osadía y una falta de prudencia el que un xalapeño salga a pasear en un domingo familiar; el que un sureño se tome unas horas para disfrutar la naturaleza; el que un porteño disfrute del Carnaval o el Salsafest y termine su noche en la farra y al otro día nade en una playa pública; o peor aún, debería ser una altísima irresponsabilidad que alguien de la zona norte no esté justo ahorita bajo llave y con la puerta tapiada.  

Esos mismas fuerzas que se dedican a socializar la violencia, por cierto, también son los que privatizan los beneficios. 

Por poner solo un ejemplo. La serie de arranques de obra que en días pasados hicieron recorrer a Rocío Nahle la geografía veracruzana, así como los cientos de kilómetros carreteros rehabilitados… ¡Esos no importan! Como apunta Elsbeth Lenz en su columna “nada de esto será una nota relevante, lo será solo para los beneficiados”. 

Para algunos, nada de lo que haga el Gobierno en positivo importa ni importará, pues algunos ya tienen su narrativa hecha. 

Algunos verán en todo lo que falle el Gobierno una oportunidad de seguirle echando leña al fuego para vender la idea de que aquí no se puede vivir. 

¿Tienen razón aquellos que privatizan los beneficios y socializan la desgracia? Como dirían los clásicos: ¡Psss cada quien! 

Todos están en su derecho de expresarse como mejor les plazca. 

Solo que, bien querido lector, lectora, ¡Ojo! No ha existido, ni existe, ni existirá, un solo gobierno que haga todo bien, ni tampoco uno que haga todo mal. 

Si usted lee a quienes solo ven lo malo y gusta de ellos, allá usted… si lee a quienes solo ven lo bueno y gusta de ellos, allá usted. Y si gusta tener una idea equilibrada de la realidad, para formar su opinión y no dejarse influenciar por una narrativa inamovible ya preestablecida. Pues le agradecemos mucho el favor de su siempre atinada y amable atención. 

Excelente semana.