1. Aseguradoras. Las aseguradoras deben estar prontas y desplegando a los ajustadores necesarios. Se deben respetar y activar los seguros de autos, los que tienen los negocios u otros bienes, para que se agilicen los trámites de diagnóstico, comprobación y pagos de indemnizaciones. No todo es del ámbito gubernamental, las Aseguradoras particulares deben responder. Siempre cobran puntualmente y deben responder de la misma forma.
2. Sistema bancario. El sistema bancario debe ofrecer el apoyo suficiente y anunciarlo a la brevedad. Se debe dar oxígeno a quienes tienen créditos vigentes -hipotecarios, préstamos quirografarios o de cualquier otro tipo-, se deben otorgar prórrogas y periodos de gracia de emergencia para los afectados.
3. Vivienda. Al momento, dependencias como el Infonavit ha informado ya cuál es el procedimiento para activar sus seguros de vivienda, pero no sólo ellos, el ISSSTE debe hacer lo mismo, los bancos deben hacer lo mismo con los créditos hipotecarios que están debidamente asegurados.
4. Educación particular. Es momento de unirse, pero no solo las escuelas públicas fueron afectadas. Familias enteras perdieron todo y encima tienen que seguir pagando las cuotas escolares de sus hijos. El sistema educativo en conjunto se debe solidarizar y ofrecer apoyos.
5. Fiscal. Se debe anunciar, a la brevedad posible, de qué forma ayudará el gobierno desde el punto de vista de Impuestos. Debe haber un periodo de gracia, meses enteros deberán esperar a la zona para que puedan cubrir primero lo esencial y luego los impuestos. El SAT debe entrarle a la ayuda.
Los trámites que los indemnizados tienen que hacer para acceder sus seguros particulares, evitar embargos de los bancos o tener acceso a nuevos créditos para capital de trabajo para levantar sus negocios, no son sencillos y se necesita facilitar esa información.
Es cierto que hoy se tiene que resolver la salud, el techo, la comida y el vestido… que es lo urgente… pero también es cierto que se debe pensar en la etapa de reconstrucción, no solo de los caminos y casas, sino del tejido social que se puede haber debilitado. Y esa reconstrucción, hay que decirlo, no solo le corresponde a los niveles de gobierno, sino también a los sectores privados y públicos que hoy todavía están callados.
Cuando hace algunos años en la Capital Veracruzana una impresionante granizada dañó miles de vehículos y viviendas, las Aseguradoras en un inicio se resistieron a pagar, pero al final sí cumplieron con su responsabilidad.
El cubrir los daños no es una concesión graciosa por parte de las Aseguradoras; el prorrogar pagos por parte del Sistema Bancario es primordial; el esperar para cobrar impuestos tiene que ser política social.
No todos pueden, ni deben, andar en la procesión. La arquitectura gubernamental se ha activado y ahora tiene que activarse la arquitectura financiera y aseguradora.
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