Una de aquéllas es la famosísima mansión de El Dorado en Boca del Río y el terreno millonario adjunto. Otra más es la residencia en Villahermosa, Tabasco, también en un fraccionamiento de lujo, y se añadió esta semana el lujoso departamento en Monterrey supuestamente con un valor comercial de 28 millones de pesos.
A un lado del problema legal que pueda enfrentar la exsecretaria de Energía si se le comprueban fehacientemente esas fabulosas propiedades, lo cierto es que las revelaciones han minado fuertemente su imagen en la campaña por la gubernatura de Veracruz.
Fuerte el golpe -o los golpes-, pero más aún porque nadie en su equipo de asesores y supuestos expertos electorales ha dado con una respuesta que pueda minimizar el tremendo daño ocasionado por los tuits de Castagné, que está convertido en el verdugo mortal que decapita las ilusiones que la señora estuvo cultivando desde que Andrés Manuel López Obrador resultó el triunfador inmarcesible a la Presidencia de la República el primer domingo del primer día de julio de 2018.
El ingenio jarocho ha llegado a decir que en el war room de la señora alguien llegó a plantear que lo mejor sería que no hicieran nada, porque cada movimiento que han intentado hunde más a la señora Rocío, como la marcha hechiza de mujeres en Xalapa el pasado martes, que se le revirtió y le acarreó muchos negativos, entre ellos meterse en un pleito gratuito y absurdo con Las Brujas del mar, una “colectiva” feminista muy famosa, muy reconocida y muy prestigiada en todo el país.
La ausencia de una estrategia de contención eficaz tiene acorralada a la ingeniera Rocío Nahle, al grado que están teniendo que hacer su agenda de campaña tomando como factor elemental evitar a toda consta los contactos populares, pues terminan en confrontaciones como la del Café de la Parroquia el domingo de Semana Santa o el mitin de Lerdo de Tejada.
Entre los escándalos de ella y la inacción de su equipo, la Silla Mayor de Veracruz se aleja y se pierde en el horizonte visual de Rocío.
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