Detrás del acuerdo de Duarte con la FGR debió haber un visto bueno desde la Presidencia de la República, visto bueno que para los conocedores beneficiaba directamente no al exgobernador Javier Duarte, sino al expresidente Enrique Peña Nieto y al Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien operó el tema de la aprehensión de Duarte y negoció con él para proteger los intereses personales de Peña Nieto.
Lo anterior así debió ser, pues para qué negociar con el exgobernador si ya estaba detenido. Una de las razones que se mencionaron fueron lograr el silencio de Duarte para no involucrar al presidente Enrique Peña Nieto.
El propio Javier Duarte declaró que “Su arresto en Guatemala no fue una captura por sorpresa, sino una “entrega pactada” con el gobierno federal” por mediación del entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
La negociación consistió en que la FGR se desistiera de llevar a juicio a Duarte por el delito grave de delincuencia organizada, delito que junto con el de operaciones con recursos de procedencia ilícita, fundamentaron la extradición desde Guatemala en el 2017.
Ese era el presunto delito grave por el que -de haberse mantenido así- no se estaría hablando hoy de una posible salida anticipada de una condena que para los veracruzanos ha sido una burla.
La burla, la infame negociación, no se dio en tribunales, se dio desde el mismo momento de su “entrega negociada” que fue clara al eliminar en contra de Duarte el delito grave de delincuencia organizada y dejarle el de asociación delictuosa y el de operaciones con recursos de procedencia ilícita, abuso de autoridad, peculado y tráfico de influencia, cuya sentencia resultaría mucho menor; y hoy, a nueve años, ha vuelto a dar de qué hablar.
Tal vez en horas, o en unos meses más, Duarte saldrá libre sea de manera anticipada o como fijó la ley, y Enrique Peña Nieto habrá resuelto de manera definitiva una mancha más de su gobierno y los veracruzanos (para todo lo que nos falta de historia) seguiremos sintiéndonos víctimas de uno de los más caros actos de corrupción que se hayan padecido.
Hoy en los cafés de la capital se habla del cinismo de Javier Duarte al declarar que adentro de la cárcel le ha ido mejor que estar afuera. ¿Será que todos los privilegios que él mismo manifestó tener, sean parejos para todos sus amigos políticos? Porque de ser así, es justificable el arriesgue de robar al erario, pagar con unos años de cárcel y luego a gozar de la vida y los dineros mal habidos.
¿Será que algún día se vayan a conocer los detalles creíbles de este caso tan ilustrativo del por qué el PRI y el PAN gobernaron al país durante tantos años?
Usted escoja quién es el figurón de la historia: Duarte o los veracruzanos.
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