Hace unos días fue noticia que ciudadanos captaron la presencia del subsecretario de Prevención y Promoción a la Salud, Hugo López-Gatell, vacacionando en una playa en Oaxaca, sin respetar las mismas medidas sanitarias que él y su equipo han insistido en seguir, tales como el uso del cubre bocas, el distanciamiento social y el famoso “quédate en casa”. Esto causó indignación y la crítica por parte de un gran sector de la población, particularmente de quienes se mantienen en la primera línea de batalla contra el covid-19 en el sector Salud.

El funcionario alegó que no hizo nada incongruente y que los medios de comunicación fueron los responsables de que se malinterpretara dicha situación, pues según él, sí respetó las medidas sanitarias mencionadas, a pesar de la contundente evidencia en su contra. Incluso el presidente López Obrador salió en su defensa en dos ocasiones, respaldando fuertemente el trabajo del servidor público encargado del manejo de la pandemia y avalando sus vacaciones en la playa, mientras que a sus espaldas ostenta todos los días un cartel enorme con la leyenda «Quédate en casa».

Ahora bien, quienes han pretendido defender al funcionario argumentan que no tiene nada de malo que se haya tomado unos días de descanso, pues todos lo merecemos. Si ese fuera el problema, estaríamos todos de acuerdo en que tanto él como todos quienes trabajamos necesitamos vacaciones, pero la crítica no va por ahí. El tema es que lo hace en el peor momento de la pandemia, en donde sus propias expectativas de muertes y contagios se han visto ampliamente rebasadas y en un punto en el que la pandemia, lejos de estar contenida, continúa causando fuertes estragos en todo el país, lo anterior sin mencionar que no se fue a descansar a su casa o a algún lugar aislado, sino que fue a meterse a una playa pública, donde el riesgo de contagio es mucho mayor.

Además, el mismo epidemiólogo ha insistido a la población a quedarse en casa y mantener distanciamiento social, incluso ha culpado a la sociedad mexicana de ser la responsable de que la pandemia no cese por justamente omitir dichas recomendaciones. ¿Con qué cara le pide a la población que no salgan de sus casas si él mismo lo hace? ¿De qué manera podría entender la gente que el distanciamiento social es necesario si él mismo no lo cumple? Predicar con el ejemplo no sólo es la mejor forma de enseñar, sino la única manera efectiva.

¿Cuántos de nosotros tenemos algún familiar, amigo o conocido que todos los días se expone al tratar pacientes con covid-19? ¿A cuántos de ellos hemos perdido porque se contagiaron en la primera línea de batalla? Son muchísimos los médicos y enfermeras que han preferido mantenerse al pie del cañón porque saben que su presencia y su ayuda es necesaria, porque no tienen el personal ni el equipo suficiente como para tomarse unos días de descanso, porque aman su profesión y la ejercen con honor. Se llama profesionalismo y contrasta bastante con los dichos y las acciones de quien se dice responsable del manejo de la pandemia en el país.

A raíz de lo anterior, surgieron varias comparaciones en donde funcionarios de otros países como Canadá o Nueva Zelanda cometieron errores similares, pero a diferencia de Gatell, ellos sí reconocieron su falta y dejaron su cargo en respuesta a las fundadas críticas de la población de aquellas naciones. Pero aquí no es el caso, según el encargado del manejo de la pandemia en México, los culpables de “manchar” su imagen fueron los medios de comunicación, porque en esta administración no hay funcionario alguno que se equivoque, jamás…

De esta manera, con 1 millón 479 mil 835 contagios acumulados y 129 mil 987 muertes oficiales en el país causadas por el coronavirus, con varias denuncias alrededor del territorio nacional de personal médico que acusa no recibir la vacuna, a pesar de estar en la primera línea de batalla contra el covid-19, y con los estragos económicos que la pandemia continúa dejando en el país, nuestros funcionarios siguen dando de qué hablar, no por el buen manejo de la misma ni por acciones contundentes para intentarlo, sino por hacer exactamente lo contrario, despreocupándose unos días en la playa, mientras los demás seguimos intentando contener el virus y librar la batalla sanitaria y económica que este genera.

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